Los primeros años de la Segunda Guerra Mundial estuvieron marcados por la escasez casi total y el mundo textil formó parte. Se dejó de usar el cuero por sus costes y los accesorios y adornos sólo se utilizaban si era extremadamente necesario. Las mujeres comenzaron a animarse a producir su propia ropa y a repararla entre amigas para ahorrar dinero. Tener el pelo recogido no era solamente una necesidad laboral, la mujer ya no contaba ni con el dinero ni con el tiempo suficiente para cuidarlo y mantenerlo siempre ordenado. Los últimos años de la década ya vislumbraban un futuro mejor, con la guerra acabándose, la sociedad volvía a ponerse de pie y esto se ve reflejaba en el día a día e incluso en la moda. La mujer, cansada del estilo sobrio y cómodo, comienza a rendirle culto a la belleza y las curvas. El look militar se popularizó y comienzaron a verse los trajes de chaqueta con hombreras, cinturones y polleras con tablas y pliegues. También fue en esta época